Intolerancia a la lactosa: qué es, sus síntomas, tipos y su tratamiento

La intolerancia a la lactosa es un síndrome causado por la disminución o falta de lactosa en el organismo, que es la enzima responsable de digerir y absorber la lactosa, un azúcar presente en la leche y los productos lácteos, como el yogur, la mantequilla, el helado y el queso.

Esta dificultad para digerir y absorber la lactosa puede provocar algunos signos y síntomas, como hinchazón abdominal, exceso de gases, diarrea, dolor de estómago y dolor de cabeza.

La intolerancia a la lactosa puede aparecer en los primeros días de vida, en la edad adulta, o también puede ocurrir debido a la presencia de situaciones, como el tratamiento de quimioterapia, la enfermedad de Crohn o la gastroenteritis. El diagnóstico de la intolerancia a la lactosa lo realiza un médico, que evaluará los signos, síntomas y ordenará pruebas y exámenes, como una prueba oral y de aliento, análisis de sangre y heces.

Principales signos y síntomas

– Exceso de gases;
– Dolor en el vientre
– Diarrea
– Náuseas
– Dolor de cabeza;
– Vientre hinchado;
– Cansancio;
– Disminución de la concentración y la memoria;
– Dolor muscular o articular.

Además, en los casos más graves, la intolerancia a la lactosa también puede causar pérdida de peso, deshidratación, retraso en el crecimiento del bebé y la muerte.

Tipos de intolerancia a la lactosa

Según la edad y la presencia de algunas condiciones de salud, la intolerancia a la lactosa puede clasificarse como primaria, secundaria o congénita:

1. Intolerancia a la lactosa congénita

Este tipo de intolerancia es muy poco frecuente y aparece en los primeros días de vida, tras la ingesta de lactosa a través de la leche materna, cuando la madre consume leche y productos lácteos, o a través de la ingesta de otros tipos de leche, provocando diarreas intensas, vómitos, deshidratación y dificultades para ganar peso al bebe.

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La intolerancia genética a la lactosa ocurre cuando el cuerpo del bebé no puede producir la enzima lactasa debido a una alteración genética, y es una situación grave que cuando no se identifica a tiempo, puede llevar a la muerte.

2. Intolerancia primaria a la lactosa

Este tipo de intolerancia a la lactosa es el más común y se produce por una disminución o falta de la enzima lactasa en el intestino, causada por un proceso natural del organismo a lo largo de los años.

Sin embargo, en algunos adultos pueden producirse cambios genéticos que mantienen la producción normal de lactasa, permitiendo la digestión de la lactosa y evitando la aparición de la intolerancia.

3. Intolerancia secundaria a la lactosa

La intolerancia secundaria a la lactosa es una condición que puede ser temporal y está causada por el daño a las células del intestino responsables de producir la enzima lactasa, como en el caso del rotavirus, la gastroenteritis, los medicamentos (antibióticos y quimioterapia), la radioterapia, la diarrea crónica, la enfermedad celíaca, las infecciones intestinales bacterianas.

Posibles causas

La intolerancia a la lactosa puede estar causada por un cambio genético que impida la producción de la enzima lactasa, o puede estar causada por una disminución natural de la producción de la enzima lactasa con el avance de la edad.

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Además, algunas situaciones que provocan daños en las células del intestino, como los tratamientos de quimioterapia o radioterapia, el uso de antibióticos orales, la diarrea crónica, la enfermedad de Crohn, las infecciones bacterianas, víricas y de protozoos, como la giardia y la ameba, también pueden causar intolerancia a la lactosa.

Diferencia entre APLV e intolerancia a la lactosa

La alergia a las proteínas de la leche de vaca, o APLV, es una reacción del sistema inmunitario a una o más proteínas presentes en la leche de vaca, como la caseína, la lactoglobulina, la lactoalbúmina, la albúmina sérica y las inmunoglobulinas.

La APLV se produce cuando se ingiere o se tiene contacto con la piel con productos como la leche de vaca y sus derivados, como el helado, el queso, la mantequilla y los pasteles, provocando la aparición de signos y síntomas como urticaria, vómitos, diarrea y retraso del crecimiento en los niños.

Cómo confirmar el diagnóstico

El diagnóstico de la intolerancia a la lactosa debe ser realizado por un médico, que evaluará los signos y síntomas presentados y el historial de salud de la persona, y también puede recomendar la eliminación de los alimentos que contienen lactosa, como la leche, el yogur y el queso, de la dieta durante 2 semanas para ver si hay una mejora de los síntomas.

Además, el médico también puede pedir algunas pruebas para confirmar el diagnóstico, para comprobar las posibles causas y la cantidad de lactasa que el cuerpo sigue produciendo, como una prueba de aliento, una prueba oral de tolerancia a la lactosa y un análisis de heces y de sangre.

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¿Cómo se lleva a cabo el tratamiento?

El tratamiento de la intolerancia a la lactosa debe realizarse bajo la supervisión de un médico y un dietista, y se recomienda reducir o eliminar por completo el consumo de leche y productos lácteos como la mantequilla, el yogur, el queso y los helados.

En caso de intolerancia primaria, se recomienda reducir el consumo de lactosa y mantener un máximo de 15 g de lactosa al día, lo que equivale, por ejemplo, a 300 ml de leche o 300 g de yogur, repartidos en dos o más comidas a lo largo del día. Sin embargo, la reducción de los productos lácteos en la dieta no reduce los signos y síntomas de la intolerancia en algunas personas, por lo que se recomienda tomar la enzima lactasa con las comidas que contienen lactosa.

En los casos de intolerancia secundaria, puede ser aconsejable eliminar por completo la leche y los productos lácteos de la dieta durante un mes o más hasta que los intestinos se hayan recuperado.

Sin embargo, esta exclusión debe ir siempre acompañada de un médico o nutricionista para evitar carencias de nutrientes importantes como el calcio, la vitamina D, la vitamina A y el fósforo.

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