¿Por qué las bebidas energéticas pueden ser peligrosas para el corazón?

¿Conoces ese momento en el que sientes que necesitas una dosis extra de energía para mantener tu agenda de actividades? El problema es que la solución elegida para este caso no siempre es saludable ni beneficiosa para el organismo. Y parte de esto tiene que ver, especialmente, con la exageración o las combinaciones peligrosas de ciertos productos.

Aquí es donde entran en juego las bebidas energéticas, que, como su nombre indica, son bebidas que prometen proporcionar más energía en sólo unos sorbos. Fácil de encontrar en las estanterías de los establecimientos comerciales, el producto contiene sustancias que estimulan el metabolismo y colaboran a aumentar los niveles de disposición física y mental. Por ejemplo, la cafeína, presente en este tipo de bebidas, es un psicoestimulante, es decir, un estimulante que actúa sobre el sistema nervioso central.

En los primeros 45 minutos tras la ingesta, en general, se produce un pico de la sustancia en la circulación sanguínea, lo que hace que el individuo esté más alerta, atento y concentrado. El producto también ayuda a reducir la sensación de cansancio, somnolencia y fatiga mental. Sin embargo, el efecto de la cafeína comienza a disminuir con el paso del tiempo y entonces surge la necesidad de repetir la dosis, y aquí debemos encender la señal de alarma.

Cafeína: es ¿buena o mala?

En dosis adecuadas, la cafeína puede ser buena para la salud, incluso para el corazón. Pero en exceso, se vuelve perjudicial. la sustancia puede ser consumida con moderación, incluso por personas hipertensas. Sus propiedades antioxidantes, eliminan los radicales libres y ayudan a la respuesta del sistema inmunitario.

¿Cómo saber, entonces, cuánto estamos consumiendo? Se calcula que una lata de 250 ml de bebidas energéticas tiene aproximadamente entre 80 y 90 mg de cafeína (el consumo recomendado para los adultos es de hasta 400 mg al día). Sin embargo, hay algunas bebidas que incluso tienen el equivalente a seis tazas de café. En una breve comparación: una taza de café de 30 ml tiene aproximadamente 35 mg de la sustancia.

Así, cuando alguien consume bebidas energéticas en exceso, puede estar poniéndose en riesgo. Los estudios demuestran que la asociación entre la ingesta de este tipo de bebidas y los consiguientes efectos sobre las arritmias auriculares y ventriculares está directamente relacionada con la cantidad.

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La cafeína y el corazón

Debido a su poder estimulante, la cafeína promueve la liberación de hormonas de la excitación, como la adrenalina y la noradrenalina, que favorecen el aumento de la presión arterial, la frecuencia cardíaca y promueven la vasoconstricción.

Por tanto, las principales complicaciones cardiovasculares derivadas del uso excesivo de bebidas energéticas son los picos de hipertensión, la irritación del músculo cardíaco (miocardio) y las arritmias. La consecuencia a largo plazo de esta condición -y si se mantiene un consumo excesivo y regular- es una posible sobrecarga en el corazón y un mayor riesgo de infarto, especialmente cuando ya existe algún tipo de susceptibilidad a las enfermedades cardiovasculares.

La ingesta de cafeína en dosis elevadas durante periodos prolongados también puede provocar sobreexcitación, insomnio, ansiedad, nerviosismo, inquietud, dolor de cabeza, irritación estomacal, náuseas, vómitos, empeoramiento de la gastritis, molestias intestinales, temblores, diuresis, convulsiones, entre otros efectos, que incluso suponen una intoxicación aguda por la sustancia.

Ingredientes distintos de la cafeína

Hay muchas marcas de bebidas energéticas en el mercado, cada una con su propia composición. Sin embargo, la base de la formulación consiste en la presencia de taurina y azúcar, además de la cafeína.

La taurina es un aminoácido que se sintetiza en el hígado y el cerebro y que sirve para regular los niveles de agua y sales minerales en la sangre. Su función en las bebidas energéticas es contrarrestar los efectos de la cafeína, ya que potencia el receptor GABA, un neurotransmisor que favorece la relajación y reduce la euforia.

Por otro lado, el azúcar, principal fuente de energía de estos productos, cuando se encuentra en exceso en el organismo, puede ser perjudicial para la salud, especialmente para las personas con (o propensas a) la diabetes, uno de los factores de riesgo para el sistema cardiovascular. La ingestión de altas dosis de azúcar provoca picos de glucosa en la sangre y puede provocar un agotamiento mayor que el que se sentía antes de su consumo.

La gran cantidad de azúcar también aumenta la posibilidad de dañar los dientes y la salud bucodental, además de contribuir al sobrepeso y la obesidad, que también son puntos de alerta para los problemas cardíacos.

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Normalmente, estas bebidas contienen entre 10 y 30 g de azúcar por cada 250 ml, según la marca, considerando el tipo estándar, es decir, excluyendo las versiones reducidas o sin azúcar. Las versiones sin azúcar, en cambio, contienen edulcorantes artificiales, pero siguen conteniendo estimulantes y, por tanto, no están exentas de riesgos.

Combinación peligrosa

Si los riesgos inherentes al producto por sí solos no fueran suficientes, el escenario se vuelve aún más preocupante cuando la bebida energética se acompaña de una bebida alcohólica. La mezcla puede convertirse en una bomba de relojería en el sistema cardiovascular. Si la persona ya padece una enfermedad cardíaca, como arritmias y enfermedades de las arterias coronarias, los cuidados deben duplicarse. El alcohol por sí mismo ya acelera los latidos y eleva la presión arterial, y con las bebidas energéticas, los efectos se potencian.

Otro agravante: en general, la combinación permite incluso que el individuo tolere una cantidad de alcohol mucho mayor que la normal. Esto crea una confusión que debe ser aclarada. Algunas personas creen que, cuando se toma cafeína con una bebida alcohólica, el impacto estimulante de la sustancia neutraliza la acción depresiva del alcohol. Sin embargo, ¡esto no es cierto!

Como hemos visto, la cafeína sólo disminuye la sensación de somnolencia provocada por el alcohol, pero no sus efectos. En otras palabras, los altos niveles de cafeína enmascaran y reducen la percepción de la embriaguez. Además, tanto la cafeína como el alcohol son diuréticos. Estimulan al organismo a eliminar líquidos y aumentan el flujo urinario. Por lo tanto, pueden conducir más fácilmente a la deshidratación.

Y aquí hay otra advertencia: los jóvenes también pueden tener una enfermedad cardíaca, a menudo de forma silenciosa, no diagnosticada en los exámenes rutinarios, asintomática y que, en la mayoría de los casos, sólo se manifiesta cuando se estimula el corazón. Y como las arritmias u otros problemas en el órgano no siempre dan señales claras, las posibilidades de sufrir un paro cardíaco e incluso una muerte súbita son una realidad con el abuso de las bebidas energéticas.

Otros efectos que merecen atención

Como se ha mencionado anteriormente, las bebidas energéticas pueden traer problemas y trastornos del sueño, como el insomnio, que afectan directamente a la calidad de vida. Y dormir bien es fundamental para la salud cardiovascular. Es el momento en que se reducen los latidos del corazón, así como la presión arterial, lo que permite al organismo compensar la energía.

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Cuando dormimos mal, puede producirse un aumento de la presión, amplificando el trabajo del corazón y la posibilidad de aparición de enfermedades coronarias. Las noches mal dormidas también generan cansancio, estrés e irritabilidad, estimulando la liberación de cortisol, una hormona que actúa para controlar la presión. Por lo tanto, con todo esto combinado, los riesgos son aún mayores.

¿Consumir o no consumir?

Hablar del consumo de bebidas energéticas es importante para desmitificar la relación de la bebida como algo bueno para la salud. No es difícil encontrar acciones de marketing y publicidad que asocien el producto con la vitalidad, el deporte y las actividades saludables, especialmente las que implican adrenalina.

A pesar de estar regulado y respaldado por investigaciones y normas internacionales, es necesario tener cuidado, ya que existen riesgos y efectos negativos para el organismo, especialmente en caso de consumo exagerado. Una opción es el uso de bebidas energéticas 100% naturales, pero siempre buscando la moderación y no el uso frecuente. Los síntomas recurrentes de fatiga, cansancio, somnolencia y falta de concentración, deben ser investigados y tratados.

Generalizar y decir cuánta cafeína o bebida energética puede ingerir cada persona al día puede ser peligroso, ya que cada persona tiene un metabolismo y unas reacciones al consumo diferentes.

La recomendación es que los niños, las mujeres embarazadas, las madres lactantes, los ancianos y las personas con enfermedades (como la diabetes, la hipertensión, las arritmias, las cardiopatías o las úlceras de estómago) eviten el producto y acudan al médico antes de ingerirlo.

Las bebidas energéticas tampoco se recomiendan a las personas que padecen insomnio, ansiedad, migrañas, acúfenos y laberintitis, ya que pueden empeorar los síntomas. En este grupo también se encuentran los que toman algunos antidepresivos. Por lo tanto, esté siempre al día con sus exámenes de rutina y busque la opinión de un especialista antes de consumir el producto.

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